Diseños de hormigón, llave para abrir la puerta a la descarbonización

Carlos Peraita, director general de ANEFHOP

Cuando estamos ya enfilando el cumplimiento de los objetivos definidos para 2030, 2050 se muestra por el horizonte. Levantar la mirada a 2050 puede parecer precipitado, pero ¿qué son 20 años en la transformación de una industria? Un parpadeo. Un visto y no visto. La llegada a meta de una carrera que con tanto tiempo hemos preparado. Así nos sentimos cuando hablamos de alcanzar los objetivos de descarbonización fijados por la Unión Europea, y que con tanto empeño nos esforzamos por alcanzar. Porque el final del camino está a la vuelta de la esquina y todavía queda mucho trabajo por hacer. 

Hasta la fecha, hemos dirigido nuestras actuaciones hacia productos más verdes y con una menor huella de carbono y para ello se han desarrollado normativas que regulan el uso de los materiales. Pero, ¿es esto suficiente para poner solución al problema? Si en nuestra etapa académica con un aprobado podíamos pasar de materia, ¿por qué todo el mundo esperaba de nosotros una nota mayor? Esto mismo es a lo que deberíamos aspirar en materia de descarbonización. 

El uso de hormigones bajos en carbono ha aparecido en nuestros proyectos. Tanto es así, que clientes, administraciones e incluso los propios ciudadanos, nos lo empiezan a exigir de forma más insistente, y la industria ya está dando respuesta a esta exigencia. Sin embargo, si queremos graduarnos con matrícula de honor, debemos abordar también otros factores adicionales al producto, como son el diseño de los edificios desde la perspectiva de la eficiencia y el uso responsable de los materiales.

El cemento y, en consecuencia, el hormigón representan una huella de carbono embebida importante dentro del edificio. Nos encontramos ante una realidad indiscutible. No es menos cierto, que no es debido a que la huella de carbono del hormigón por unidad de producto sea elevada, sino al uso masivo que se hace del material. La pregunta que lanzamos desde la Plataforma Tecnológica Española del Hormigón (PTEH) es si estamos utilizando el hormigón de la forma más eficiente posible. Razones de seguridad estructural o de resistencia al fuego obligan a la utilización de una cantidad mínima de material, pero los nuevos desarrollos tecnológicos han proporcionado un gran margen de maniobra. Y es ahí donde debemos cambiar de paradigma: en aplicar estrategias y tácticas que nos permitan un uso más eficiente, y sostenible, de este material. ¿Cómo? Valiéndonos de las prestaciones del hormigón.

Puestos a reducir el volumen de hormigón utilizado en una construcción determinada, necesitaremos hormigones de altas prestaciones, que nos permitan realizar soluciones más esbeltas, que nos permitan aligerar la estructura y, en definitiva, que ‘con menos consigamos más’. 

 Y este ‘con menos, más’ debemos abordarlo desde una perspectiva completa de ciclo de vida. En este contexto, una pregunta que nos debemos hacer con visión de sostenibilidad y de descarbonización es qué ocurrirá en el futuro, al final de su vida útil. Nos encontramos ante dos posibles escenarios: demolición, y reconstrucción o rehabilitación. En ambos casos, un diseño optimizado y eficiente, con estructuras de hormigón de altas prestaciones, minimizaremos el problema, que es tanto económico como medioambiental.

Otro de los orígenes de las emisiones de CO2 es el consumo energético de los edificios. Por este motivo, debemos focalizarnos, no en cumplir estrictamente los requisitos regulatorios en materia de eficiencia energética, sino en el diseño de edificios que, mediante el uso eficiente de la inercia térmica del hormigón, se conviertan en edificios de energía positiva que sean capaces de gestionar la demanda energética del mix. En este sentido, vuelven a jugar un papel muy importante las prestaciones del hormigón, porque pensando un poco más allá de la eficiencia energética, y poniendo en el centro el confort del usuario, qué mejor manera de hacerlo que incorporando la activación térmica del hormigón al diseño del edifico. Porque, en caso de climatización del espacio, los sistemas radiantes resultan los más confortables. 

Si nuestro propósito es lograr la descarbonización, y cumplir así con el mandato social y europeo, el uso eficiente del material es un gran aliado. El hormigón ha desarrollado, y sigue haciéndolo, una capacidad que lo ha hecho diferente del resto de materiales. Prueba de ello es que esos hormigones de alta resistencia, de alta durabilidad y de altas prestaciones en general, se han impuesto desde hace unos años, erigiendo la mayor parte de los rascacielos. 

Si los nuevos edificios se diseñan con hormigón -optimizado, eficiente y bajo en carbono-, estaremos más cerca de construir el futuro de nuestras ciudades con mayor seguridad, responsabilidad y sostenibilidad. 

Tribuna de opinión publicación en el número julio-agosto de la Revista Cemento y Hormigón